“¿Y si te llevo conmigo a Italia?”, preguntó Lisa con una sonrisa.
La expresión de Jiang Sese cambió al instante. Si la llevaran de vuelta a Italia, sería equivalente a ser una oveja llevada al matadero.
Tenía que encontrar una manera de salir de allí mientras esperaba que Gu Nian y los demás la salvaran.
Miró al conductor del coche y a Carl, con la mente acelerada.
Antes de que se le ocurriera un plan, el coche frenó bruscamente. Jiang Sese no pudo detenerse a tiempo y se estrelló contra el asiento de enfrente.
Le dolió tanto que jadeó de dolor.
Lisa había sufrido un destino similar, pero se recuperó rápidamente. Preguntó con fiereza: “¿Qué pasa?”.
Carl giró la cabeza: “Señora, un coche se nos ha adelantado de repente y nos ha bloqueado el paso”.
Lisa echó un vistazo y confirmó que había un coche bloqueando su camino.
“Baja a ver qué pasa”, ordenó Lisa.
“De acuerdo”.
Carl se bajó del coche al recibir las instrucciones y se dirigió hacia el coche que tenía delante