La voz del Amo Yang hizo que Fang Yuchen volviera a sus cabales.
Miró a Fang Cheng, que se arrodillaba frente a él. Frunció el ceño tajantemente y ordenó con voz grave: “¡Song Yao!”.
Song Yao escuchó su llamada y se acercó rápidamente a Fang Cheng, intentando levantarlo.
Sin embargo, Fang Cheng se negó insistentemente a levantarse. “Yuchen, todo es culpa mía. Si quieres culparme, hazlo. No tiene nada que ver con Yiming”.
Fang Yuchen finalmente comprendió su intención. Fang Cheng planeaba ser el chivo expiatorio de Fang Yiming.
“Tío Mayor, soy más joven que tú. ¿Por qué te arrodillas ante mí? ¿Intentas ridiculizarme?”. Fang Yuchen miró fijamente a Fang Cheng con una cara sin emoción.
Una pizca de pánico apareció en la cara de Fang Cheng. Rápidamente sacudió la cabeza y negó: “Yuchen, no tengo esa intención”.
“Papá, levántate. Creo que Yuchen es un hombre razonable. No se limitará a acusar a otros”, dijo Fang Yiming. Sin embargo, sus palabras eran extremadamente irónicas.
Fang Yu