Me sofoco, el agua comienza a entrar a mis pulmones y poco a poco la vista se me vuelve borrosa, quiero vivir, y es por eso que lucho por salir a la superficie, el cuerpo lo siento pesado, como si fuese un enorme costal de arena, muevo mis brazos contra las olas bravas de la marea que se me empeña en arrastrarme al fondo, pero me niego, en mi cabeza aparece la imagen de una rubia de ojos grises y labios carnosos, Ariel, mi prometida y en una semana mi mujer por la ley que más pesa en mi mundo; la criminal.

Para muchos puede que sea solo un papel sin sentido, pero no lo es para mí, ella es la mujer a la que quiero conmigo, la que va a ser madre de mis hijos y solo míos, desde niño llevo viéndola solo en fotos, admirando como iba floreciendo su belleza con el paso de la edad, deseándola cuando fui más consciente de que era no solo bella por fuera, sino, estudiándola median