—¡No puedes dejarme así! Odio a las cucarachas.
—Lastimaste a tu hermana, atente a las consecuencias.
—¡Pero si soy un niño!
—Solo cuando te conviene —abro la puerta aplastando unas cuantas y giro por encima de mi hombro—. Diviértete con tus nuevas amigas, mocoso de mierda.
Salgo y él grita, pero la puerta amortigua su llanto, tiene que entender que conmigo nadie juega, es un niño, sí, pero con una mente manipuladora. Y no pienso dejar que enrede en sus mentiras a Ariel. Salgo y me dirijo a la habitación en la que esperaba encontrar a mi mujer, pero no está, no me preocupo mucho porque seguramente está con Lea y los niñ