Sebastián camina entre las lapidas del cementerio con una mezcla de respeto y temor, como a todo el mundo ese lugar le resulta algo inquietante, pero como suele ocurrirle de vez en cuando ha sentido el impulso de visitar la tumba de su hermano. Algo que suele suceder cuando se siente desbordado, por lo que compra un ramo de lirios amarillo y se lo lleva al lugar de descanso de Leonardo donde se sienta para desahogarse como cuando aún estaba vivo.—Hola, Leo, ha pasado algo de tiempo desde la última vez que vine, no es que te haya olvidado, no vayas a pensar eso. Es solo que a veces siento que el tiempo no me alcanza, tú solías decir que hay que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar, pero la verdad es que el trabajo es todo lo que tengo, lo único en realidad —confiesa Sebastián dejando las flores frente a lapida de piedra de su hermano, sentándose en el verde césped que lo mantienen bien cuidado.El empresario ve a algunas personas pasar cerca de donde está él y por un momento
—¿Así que solo dijo eso como si quedase todo solucionado de esa manera? —pregunta Camila arqueando una ceja mientras come un pedazo de carne del plato que ha pedido en el restaurante al lado de la costanera al que Sebastián la ha invitado.—Sí, aunque eso no es ninguna sorpresa. A decir verdad es algo muy propio de ella, creer que puede controlar todo a su alrededor, pero esta vez me temo que no va a poder contener esto —suspira Sebastián preocupado por la testarudez que ha demostrado su socia, mucho más que lo normal en su personalidad.—¿Y qué piensas hacer al respecto? Tomar esa decisión sin pensar en el efecto que tendrá sobre la compañía, y por ende sobre ti, resulta algo egoísta —confiesa la decoradora no gustándole hablar mal de alguien a quien él valora tanto, pero siendo franca en lo que piensa.—Me temo que me obliga a actuar de una manera que no me resultará grata, pero que será lo mejor para todos, de hecho incluso tendrá la libertad de seguir con su romance sin tener que
—¿Cómo crees que me quedaría este vestido? —pregunta Antonia a su amiga en la tienda en la que se encuentra de compras.—Como si estuvieras a punto de pedir una beca para estudiar y salir de la miseria en la que vives —espeta la muchacha de piel bronceada y cabello demasiado rubio.—¿En serio, Charlotte? Es que estoy tratando de buscar looks más casuales, ya sabes, de esos que dicen soy una niña buena, pero no me provoques —murmura Antonia con una sonrisa pícara en los labios. —Pues ese vestido lo único que dice es: “Soy una mojigata que no se atrevería a hacer nada impropio porque sino mis papis me castigarán”. En serio, a veces creo que una solo puedo conseguir compras decentes en Miami o Milán —se queja la amiga arrugando la nariz ante la ropa que ve como si no fueran más que trapos sucios.—Pero mi madre ya no es la dueña de la Compañía, así que no puedo viajar cuando me plazca, ahora debo ser una empleada modelo con obligaciones que cumplir —murmura la muchacha decidiendo confia
—Luces hermosa, vas a deslumbrar a todos en esa fiesta —asegura Roberto contemplando a la hermosa mujer que tiene delante, cuyo vestido cola de sirena color blanco con detalles dorados la hace ver radiante.—Gracias, tú te ves muy arreglado, ¿Piensas ir a algún lado? —pregunta Samantha contemplando el elegante esmoquin gris que su ex está utilizando.—Por supuesto, pienso ser tu pareja esta noche, he sabido que no tienes con quien ir, así que he decidido acompañarte —informa el hombre con una sonrisa juguetona en los labios.—¿Qué? ¡Claro que no, yo no tengo ningún problema en ir sola a ese evento, lo que menos necesito es presentarme delante de toda esa gente acompañada de ti! —reclama la empresaria sentada frente a su tocador intentando abrocharse un collar de pequeños diamantes.—¿En serio quieres llegar sola al evento de la compañía rival? Una mujer que ya no tiene una compañía asistiendo sola a la fiesta de su anterior némesis, no brindarás la imagen de mujer que todo lo puede q
—¡Lucía, Lucía, primeramente déjame decirte que estás hermosa! Pero también quiero consultarte sobre este increíble espectáculo que han montado, se ha estado hablando que este sería el evento del año, pero solo han tenido unos días para prepararlo, y al menos yo he quedado boquiabierto cuando entré. La decoración, las luces, la música armoniosa, por un momento creí que había muerto y que estaba en el cielo —comenta uno de los tantos reporteros que se acumulan junto a loa fotógrafos, extendiendo su micrófono para conseguir una declaración de la empresaria.—Gracias, la verdad que oír eso me resulta muy grato, quiere decir que hemos hecho una buena tarea, aunque el lograr esta excelencia en tan poco tiempo ha sido un guiño a nuestra modalidad de trabajo, nosotros siempre brindamos lo mejor sin importar cuales sean las circunstancias —afirma Lucía con una sonrisa radiante procurando no encandilarse con los interminables destellos de las cámaras.—Algo que ha llamado la atención es que no
Parada al lado del ataúd de su marido, Lucía cierra las manos en puños para obligarse a mantener la compostura delante de los invitados. Pues si bien probablemente entenderían que rompiera en llanto presa del dolor, aún sigue siendo la Ceo de Research Tecnology, la mujer fuerte e implacable a la que nunca han visto quebrarse ni tambalear, y no piensa cambiar eso ahora. —¿Acaso crees que a esta gente le molestará verte llorar? —pregunta una voz masculina parándose al lado de la mujer que se mantiene parada casi estática. —Creo que no hay ninguna razón para montar un escándalo, puedo asegurarte que nunca en mi vida he sentido un dolor capaz de retorcer cada fibra de mi cuerpo como este, pero la imagen que tengo debo seguir cuidándola, incluso en estas circunstancias —plantea la mujer que sabe que en cuanto una puerta la separe de toda persona viva romperá en llanto hasta morir o caer presa del cansancio. —¿Así que siquiera la muerte de tu marido es
Lucía contempla el cristalino lago Nahuel Huapi, siempre le ha resultado uno de los lugares más bellos del mundo, ni siquiera el inmenso mar le parece comprable a ese bello ojo de agua rodeado de árboles que han sido cubiertos por la nieve. Con una sonrisa en el rostro se sienta en la orilla dispuesta a pasar un momento más en ese lugar, a Leonardo le encantaba tanto como a ella ese lugar, él solía decir que con una cabaña junto a ese lago en compañía de su esposa era todo lo que necesitaba para ser el hombre más feliz del mundo. —Cuanto te echo de menos —susurra la mujer soltando un largo suspiro de melancolía al recordarlo, hay muchas personas que le han dicho una y otra vez que debe seguir adelante, rehacer su vida, pero tal cosa le parece simplemente imposible. No es capaz de imaginarse junto a otra persona, ella le entregó todo a Leonardo, cada sueño, cada pizca de amor, cada parte de su ser, y todo eso parece haber muerto junto a él. La nieve que comien
Deslizándose a toda velocidad por una de las pistas de esquí, Lucía siente el tan anhelado sentimiento de paz, si como en ese momento en el que su cuerpo parece cortar el aire y todo a su alrededor pasa tan rápido se sintiera casi flotando en las nubes. Por un momento incluso hasta siente el impulso de cerrar los ojos y disfrutar de esa sensación, pero considerando que con eso solo lograría llevarse puesto un pino renuncia a la idea. —¡Impresionante como siempre, dentro de poco podrías estar dando clases en lugar mío! —exclama un canoso instructor al ver llegar a la mujer frente a él. —Gracias, pero puedes quedarte con tu puesto, el enseñar y la paciencia nunca han sido mis fuertes —asegura Lucía con una sonrisa divertida en los labios mirando la pendiente una vez más. —Quizás ya deberías volver al hotel, se viene una fuerte tormenta y puedo asegurarte que no querrás que te halle en el exterior —aconseja el anciano que ha visto tantas veces a Lucí