Tony casi se atragantó con su propia saliva.
— ¿Casarnos? Amá, apenas estamos empezando...
— Tonterías —interrumpió Guadalupe— se conocen desde hace meses, viven bajo el mismo techo, y claramente se aman. En mis tiempos, ya estarían planeando la boda.
Marjorie, recuperando algo de su compostura, intervino.
— Guadalupe, apreciamos su bendición, de verdad, pero quizás deberíamos tomarnos las cosas con calma, hay mucho pasando en el rancho ahora mismo...
— Precisamente por eso —dijo Guadalupe— con todos los problemas que enfrentamos, ¿No creen que sería bueno tener algo que celebrar? Además —añadió con un guiño— me gustaría ver a mi hijo casado antes de... bueno, ya saben.
El ambiente en la cocina se volvió sombrío por un momento, Tony apretó la mano de Marjorie, sintiendo un nudo en la garganta.
— Amá, no digas eso, te vas a poner bien.
Guadalupe agitó una mano, como espantando sus preocupaciones.
— Por supuesto que sí, pero una madre tiene derecho a soñar, ¿No? Y mi sueño es ver a mi T