CAPÍTULO 79. El milagro.
Nate ni siquiera sabía cómo se sentía en aquel instante. Aquella mezcla de esperanza y desesperación se lo estaba comiendo vivo, pero ya no había alternativas, ya no había más tiempo, lo único que quedaba era pedirle a Dios que en aquellos meses el cuerpo de Blair se hubiera fortalecido lo suficiente como para trabajar por sí mismo.
El doctor lo hizo pasar a la pequeña sala, y se mantuvo a su lado todo el tiempo mientras los demás integrantes de su equipo retiraban todos los tubos y las máquinas de soporte. Cuando terminaron de retirar el apoyo del oxígeno, durante un largo minuto, todos miraron a la pantalla mientras el especialista principal veía con un nerviosismo cómo la saturación de oxígeno de la muchacha caía un poco.
—¡Vamos, vamos! —murmuró por lo bajo mientras masajeaba su pecho, y Nate no sabía si temblaba o lloraba hasta que por fin vio aquel pequeño movimiento—. ¡Lo está haciendo! —exclamó el doctor emocionado—. ¡Está respirando sola! ¡Lo está haciendo!
Aquel equipo médic