CAPÍTULO 76. Grandes revelaciones
La sala del hospital estaba envuelta en un silencio fatal, roto solo por el pitido constante de los monitores mientras Nate gritaba y trataba de que lo dejaran llegar a la cama de Blair.
—¡No se atreva! —le gritó al doctor, interrumpiéndolo antes de que pudiera declarar la hora de la muerte—. ¡Sálvela, sálvela…!
—Señor Vanderwood…
—¡No se rinda, maldit@ sea! ¡Haga algo!
El médico apretó los dientes y puso aquel carro de choque en su mayor descarga antes de gritarle a todos que se separaran.
—¡Despejen! —gritó antes de ponerse a trabajar de nuevo sobre el cuerpo de Blair, mientras Nate caía de rodillas en el suelo de aquella habitación y rezaba como jamás lo había hecho.
Su miedo fue el primero en captar la interrupción de aquel pitido y jadeó sorprendido cuando los médicos se pusieron a gritar de nuevo.
—¡Pulso, tengo pulso aquí!
—¡Muévanla, vamos a llevarla a la Unidad de Cuidados Intensivos!
Ni siquiera fue capaz de llegar a ella cuando ya la estaba sacando del cuarto y poco después