—¿De verdad no te puedes quedar un rato más? —murmura sobre mi clavícula y acaricio su cabello corto.
—No. El vuelo sale en unas cuantas horas y apenas tendré tiempo para ir a mi apartamento por mi maleta.
—Siempre puedes tomar algo de mi ropa. Te queda muy bien.
Rio y jalo su cabello para obligarlo a mirarme.
—Sobre todo si desaparecerá de mi cuerpo en menos de cinco minutos.
Sonríe y se acerca a besarme una vez más.
Me levanté temprano para dejarle el desayuno listo antes de irme, pero no alcancé a entrar a su cocina, cuando ya lo tenía sobre mí arrancando su camiseta de mi cuerpo y arrojándome a su sofá. Una hora después, aún estoy aquí, sin ánimos de querer levantarme gracias a lo satisfecha y cómoda que me siento, con él aún sobre mi cuerpo.
Justo ahora, empiezo