Molly
Es casi una súplica lo que sale de mi garganta. Tohbías se me viene encima con gran ímpetu. Viene a por mis labios, debora con intensidad mi boca, chupa y juega con mi lengua y yo le sigo el ritmo. Su boca baja a mi cuello, me eriza toda la piel, mi cabeza da vueltas disfrutando del placer que siento.
Comienza a quitar con impaciencia mi vestido de pijama. Me quedo solamente en bragas ante sus ojos. Estos me devoran con la mirada, mis pezones están duros y siento la creciente humedad entre mis piernas.
—Recuestate en el borde de la cama y abrete de piernas —indica Tohbías.
Hago lo que me pide sin rodeos, me excita ver cómo me observa, como me hace sentir. Me recuesto y abro las piernas con suavidad, mi corazón no para de vibrar en mi pecho.
Tohbías se para entre mis piernas y me mira a los ojos.
—Eres preciosa nena —habla con voz entrecortada y se inclina a quitarme las bragas.
Al quedar expuesta ante él, se agacha entre mis piernas poniéndolas sobre sus hombros. Comienza a