"Hay una maceta en ese porche", gime, con voz fulminante.
Sacudo la cabeza y parpadeo para contener las lágrimas espesas y pegajosas. “Basta, Asher, deja de hablar. No te estás muriendo”.
Él muestra una sonrisa elegante y asiente. “Creo que sí, cariño. Pero eso está bien. Sólo mira debajo de esa mac