Ashley nunca imaginó que la casa de Marina estaba tan lejos del centro de la ciudad. Aunque el tráfico estaba tranquilo, la sensación que tenía era que nunca llegaría a su destino. Cuando el taxi finalmente se detuvo frente a la casa, le entregó el dinero al conductor y le dijo que podía quedarse con el cambio. Aunque la temperatura estaba baja y hacía mucho frío en la ciudad ese día, el frío era lo que menos Ashley podía sentir. La adrenalina y la preocupación corrían por su cuerpo, calentándola más de lo debido. Su sangre hervía.
Antes de entrar en la casa, Ashley observó a su alrededor. No había señales de ningún coche extraño, pero eso no la tranquilizó. Los instintos de Ashley le decían que algo muy malo estaba a punto de suceder.
Abrió la puerta y entró al lugar. No había nadie en la sala, pero Ashley escuchó la voz de Valentina en la habitación. Corrió hacia su voz. La niña estaba jugando con su babero y todo parecía estar tranquilo. Cuando Valentina la vio, Ashley corrió hacia