Después de comer, me disculpé y volví a mi habitación. Cerré la puerta tras de mí, apoyándome en ella para respirar un poco más de lo necesario. Scott había dicho que vendría a la habitación en unos minutos para compensarme por lo de anoche.
Caminé un poco, me miré al espejo e intenté arreglarme la bata y el pelo como si fuera importante. La ropa de cama estaba suave por como la había alisado antes, sin ninguna arruga.
La espera se me hizo larga. Mis pensamientos no dejaban de dar vueltas. Me senté, con las manos tan juntas que palidecí.
Entonces...
La puerta se abrió de golpe.
El sonido sacudió la silenciosa habitación y me incorporé de golpe.
Scott estaba en la puerta, con la respiración entrecortada, como si hubiera llegado corriendo. Llevaba el pelo recogido hacia atrás y la camisa de su traje, la que llevaba puesta para desayunar, ya estaba medio desabrochada.
Sus ojos se clavaron en mí al instante.
Antes de que pudiera hablar, antes de que pudiera siquiera respirar, entró y cerr