Capítulo 121.
Andro siente su cuerpo tenso y entumido, en un intento por moverse y recuperar su estabilidad, el brujo se da cuenta que ambas manos están esposadas al piso.
— ¿Qué está pasando? No puede ser— susurra al mismo tiempo que llega a la conciencia finalmente y abre los ojos.
Se encuentra en una especie de celda, un calabozo húmedo con un hedor a podredumbre y sus manos esposadas al suelo.
“Bien solo es cosa de mover el hierro” pensó Andro.
Pero al instante de querer utilizar su magia para externarla, las esposas brillaron y se ajustaron un poco más a su muñecas presionando su piel.
— Augghhh
Por lo visto las esposas tenían magia que bloqueaba el uso de esta, las esposas eran especiales para magos, o brujos como él.
En el momento en el que Andro intentaba localizar su paradero otra pregunta llegó a él.
“¿Dónde carajos estaba Braham?”
Comenzó a girar su rostro intentando localizar en medio de las sombras otro cuerpo, pero fue inútil.
Los habían separado.
En ese preciso momento un llanto las