*Nadina*
Bajo del auto y camino directo a la entrada de la mansión en donde una mujer mayor me recibe con una sonrisa amable.
—Princesa, no sabíamos que vendría—dice ella con dulzura cuando estoy a unos pasos de la entrada.
Conozco a la anciana desde que nací y sin dudarlo ha envejecido un poco en estos ciento doce años que tengo de vida, pero aun así siempre ha tenido esa sonrisa amable en el rostro, siempre dispuesta a ayudar en los quehaceres del hogar.
—Lamento aparecer sin avisar—digo algo avergonzada.
—No se preocupe usted es siempre bienvenida en esta casa, lamentablemente no hay quien la reciba—dice ella apenada.