Redes sociales

El tiempo pasaba y la relación con Luis era cada vez peor. Hace uno meses atrás, Luis había insistido en tener relaciones sexuales con ella. Alba realmente no quería, no se sentía lista. Luis buscaba todas las maneras posibles de convencerla, para él eso sería fundamental para mantenerla cerca, de su propiedad. Él necesitaba que su amor y su compromiso sea reafirmado de esa manera, además pensaba que, al ser su primera vez, él sería esa persona única y especial con quien tuvo esa experiencia y ella jamás lo olvidaría.

Alba nunca había tenido relaciones sexuales con nadie, nunca había estado interesada en tenerlas y tampoco había tenido ninguna oportunidad de intentarlo. Sus amigas hablaban todo el tiempo de lo divertido que era y lo mucho que les gustaba. Alba las escuchaba, intentaba comprender porque para ella era totalmente desconocido. Buscaba información en internet, porque sus padres nunca le habían hablado de sexo y la información de la escuela era precaria. Sus amigas tenían información incompleta, porque ellas tampoco estaban seguras de muchas cosas. Ella no estaba totalmente informada de casi nada, pero sobre todo nunca había sido un tema de mucho interés en su vida. Parecía que a todos les interesaba el sexo menos a ella, "Algo debe estar mal conmigo" pensaba.

Cuando Luis comenzó a pedirle a Alba, que llevaran su relación a un plano más intimo, ella pensó en todo lo que decían sus amigas y también en lo que había leído. Tenía mucho miedo y nervios, realmente no quería hacerlo, ni siquiera encontraba en ella algún impulso que la motivara. “Cuando alguien te gusta mucho, te mojas, ahí abajo, me entiendes, ¿no?” le había dicho Marcela hace un tiempo, pero Alba no sentía nada de eso. Luis insistía tanto y era tanto el miedo que ella tenía de perder aquella relación, que aceptó muy a pesar de su verdadero deseo.

—     Bueno, intentémoslo— Dijo un día Alba en la casa Luis, mientras él insistía frenéticamente.

—     ¡excelente! No te arrepentirás.

—     Eso espero — Dijo Alba aguantándose el llanto.

Luis se acercó a ella y le quito los pantalones, “Tengo frío, me dejaré la blusa” había dicho Alba, él accedió con desgano. Él intento penetrarla, el mismo instante que le quitó los pantalones. A Alba le dolió, le dolió mucho y se retiró bruscamente de debajo de Luis. Se cayó de la cama con nervios y temor, sin saber exactamente lo que había ocurrido, se puso de nuevo su ropa interior y sus pantalones.

—     Quiero ir a casa, no me siento bien — Dijo Alba mientras recogía sus cosas.

—     ¿Porqué? ¿Estás bien? — Preguntó Luis con incredulidad.

—     Si, solo que, debo ir a casa, es muy tarde.

Alba salió del lugar rápidamente y tomó el autobús a casa. Pasaron algunos días hasta que Luis le propuso volver a tener relaciones. Esta vez utilizó sus clásicas estrategias de manipulación. “No me hagas tener que buscar esto en otra parte” “Hay chicas que están interesadas en mí, pero no les he dado respuesta esperando por ti” es lo que él decía y ponía muy nerviosa a Alba.

Alba se vio sometida a aceptar, sentía que no tenía opción. Comenzaron a tener sexo de manera habitual, pero Alba no tenía ninguna sensación durante las relaciones, ella solo sentía dolor, nunca sintió nada bueno, ni placentero. Estaba triste, siempre la sensación que tenía era de una profunda tristeza después de tener relaciones con Luis. Se sentía usada, sentía que su opinión no servía de nada, que ella no servía de nada y que no había otra opción en su vida. Alba se sentía absolutamente bloqueada, fuera de sí misma, a veces ni siquiera se reconocía. Pensaba que así era como debía ser su vida hasta el día de su muerte o la muerte de Luis.

Aunque ya no veía a sus amigas, aún hablaban por mensajes. Ella les había contado un poco acerca de como se sentía. Ellas tenían un fuerte disgusto con Luis, no les agradaba, no querían verlo porque ya sabían la clase de hombre que era. Es por eso por lo que tampoco los invitaban a ningún lado, ni a Alba ni a Luis, porque sabían que Alba no iría sola.

—     Amiga, tienes que dejarlo, te hace muy mal — Le decía Marcela en una nota de voz.

—     Es que no sé cómo, no entiendo porque es tan difícil esto — Respondía Alba llorando.

—     Tienes que hacerlo, solo es una decisión rápida no la pienses tanto. Recuerda cuando yo dejé a Carlos — Le decía Lía.

Alba se quedaba sin palabras, a veces no respondía durante días, debido a que ya no tenía ningún argumento. Se sentí sola y sin opciones, tenía ganas de huir, de estar lejos de todo y de todos. Ya casi no le importaban sus estudios debido al estrés que sentía constantemente. Sus padres estaban realmente preocupados por ella, la veían triste y desconectada del mundo. Ni a Perla ni a Ramiro les agradaba Luis, desde un principio habían notado algo extraño en él. Sin embargo, no decían mucho al respecto. Luis nunca había sido un hombre que visitaba mucho a Alba, ni tampoco salían constantemente. Él solía tener como prioridad a sus amigos y rara vez invitaba a Alba con ellos. Ese aspecto tenía tranquilos a Perla y Ramiro, ya que su hija estaba casi todo el tiempo en casa. Pero ellos no conocían los verdaderos motivos de que Alba este siempre en casa. Ella estaba simplemente sometida a estar siempre casa para cuidar de Luis no se molestara. Ella estaba perdiendo una parte muy importante de su juventud, que era el socializar, divertirse, encontrar y experimentar cosas nuevas. Había perdido todo el ánimo de hacer algo fuera de casa, se sentía absolutamente agotada, pero no era cualquier cansancio, era un agotamiento mental, su mente no podía con todo el maltrato que recibía de Luis y prefería quedarse en silencio y sin moverse de su espacio seguro.

Una noche, Alba se encontraba haciendo una tarea de la universidad, eran casi las diez. Estaba casi por terminar su tarea, cuando una notificación en su red social personal sonó. Abrió el chat para ver quien le estaba enviando un mensaje a esa hora.

“Hola” Fue lo que leyó Alba. No eran sus amigas, ni era nadie de la universidad. El nombre de usuario decía “Marks”. Ella un tanto confundida, entró al perfil del remitente del mensaje. Pudo ver un par de fotografías, aunque no eran muchas. Era un rostro familiar, ojos grandes y penetrantes, tez morena. “¿Quién eres?” pensó mientras pasaba las fotografías. De repente, apareció una fotografía que despertó su memoria, una foto de la infancia de aquel personaje. Era Marco. Con nervios, sorpresa y una evidente emoción, respondió el mensaje.

“! MARCO! HOLAAAAA!” Fue su mensaje, el cual escribió con las manos temblorosas de la emoción. 

“Alba, que felicidad poder encontrarte aquí. Hace uno minutos, vi tu perfil en recomendaciones de amigos y supe de inmediato que eras tú”

“Eso es grandioso, que alegría que me hayas encontrado, han pasado muchos años”.

“Han sido como ocho años, olvidaste tu libreta aquí”

“No puede ser, no te imaginas cuanto busqué aquella libreta para poder llamarte”. 

“No te preocupes, son cosas que pasan, pero ahora estamos conectados por aquí”.

Alba le contó acerca de sus estudios en trabajo social y Marco le contó de su práctica de boxeo y también que hace un par de meses atrás se había graduado como panadero certificado. Eso era algo que le había apasionado desde muy joven. Él nunca quiso ir a la universidad, pero obtuvo un título en otro espacio, aprendió sobre panadería. Ella recordaba sobre aquel gusto que él tenía por la cocina y le parecía muy tierno y admirable el saber que aún lo sentía y que lo había aprendido profesionalmente. Miles de recuerdos llegaron a su mente, de aquellos maravillosos días que pasaron juntos durante su infancia. Ella no sabía porque no había intentado buscar a Marco antes, eso la hizo sentir algo tonta, sin embargo, ya tenían contacto de nuevo y eso era lo más importante.

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