FIONA
El fuego me lamía los dedos mientras rozaba con las uñas el coche familiar que ahora estaba aparcado en el cementerio que estaba explorando. Me había bastado un asesinato para averiguar algo sobre Elliot. Una chaqueta que le había regalado a un viejo amigo. Quemar ese horrible trozo de tela me había dado la respuesta que buscaba con tanta desesperación. Su ADN había sido prácticamente nulo, pero reveló esto: el omega que se hacía llamar Elliot andaba por aquí. Imagina mi sorpresa al descubrir que Hunter podría haberme adelantado.
Chasqueé un dedo y una de las puertas del coche se abrió de golpe. Alguien dentro jadeó. El asiento del conductor se abrió y uno de los centinelas de Rose salió. Su primera respuesta fue cerrar la puerta desprevenida, pero su mirada se dirigió hacia mí al instante. Podía ver que sus instintos le decían que corriera, huyera o gritara. Cualquier cosa para asegurarse de estar a salvo. Por desgracia para él, el don de la intuición sería su perdición.
"¡Perr