Camila

Lo miré fijamente, incrédula.

—¿Cancelar? —se me hizo un nudo en la garganta—. ¿Cómo es posible en un momento como este?

La enfermera tragó saliva. —Necesitamos la confirmación de un nuevo garante, o la operación podría retrasarse. Sin una cobertura de seguro activa, el hospital no puede continuar con los procedimientos en el quirófano principal, a menos que haya una carta de garantía personal válida.

Me quedé paralizada durante unos segundos. El mundo parecía haber dejado de girar. Retrasada. Esa palabra resonaba en mi cabeza, más aterradora que cualquier otra cosa.

Gavin no tenía tiempo para retrasos.

Inmediatamente miré a Kompol Pramudya, que seguía de pie cerca de la puerta, con el rostro también tenso al escuchar la noticia.

—¿Puede ayudarme a hablar con el hospital? ¡Por favor, haga algo!

Pramudya negó lentamente con la cabeza.

—Lo siento, señora. Esto está fuera de mi jurisdicción. Es un asunto familiar y administrativo. No tengo autoridad legal para obligar al hospital