Amor por fuerza
Amor por fuerza
Por: Key Sandria
1. Piloto

Conduzco por las calles de una ciudad desconocida, el GPS me indica por donde debo ir para llegar a mi destino. Hace años que buscaba una oportunidad como esta, un correo que llegó a mi vida y me dió mucha alegría cuando lo vi. Pasé muchos años buscando esta gran oportunidad de crecer. 

Una importante empresa europea posó sus ojos en mis nuevas ideas de crecimiento, para poder acelerar y ahorrar tiempo en todas las cadenas. Mi proyecto puedes ahorrarles tiempo, lo más importante es el dinero que puede disminuir. 

Ámsterdam es la ciudad donde estaremos viviendo por muchos años, si logro que toda la entrevista salga bien.

Al llegar a mi destino, el gran edificio en color negro y gris hace que mis nervios regresen. El lugar luce demasiado elegante, me pone a cuestionar si debí ponerme aún más formal.

Tomo mi bolso al estacionar en lugar de visitantes. Bajo con mucha precaución, con un poco de miedo que mis tacones de aguja se queden atorados en un hoyo, haciendo que caiga. El guía de la entrada, me indica donde debo dirigirme. Adentro, todo parece otro mundo. Tiene acabados muy finos.

— Buenos días, señorita. ¿en qué podemos ayudarla el día de hoy? —una mujer joven me recibe con una sonrisa demasiado animadora, para mi gusto.

— Buen día. Mi nombre es Claire Randall, tengo una entrevista con Katherina Mcdaven.

— Permítame un momento —me responde sin deja a un lado la sonrisa. Teclea cosas en la computadora que tiene de frente, todo lo hace muy rápido. Después toma el teléfono y hace dos llamadas rápidas— Señorita Randall, en seguida vendrá una persona que la llevará hasta donde la harán la entrevista. Debo indicarle que la señora Mcdaven le surgió un imprevisto, así que el señor Walton es quien llevará a cabo las entrevistas de hoy.

Trago en seco— Gracias.

Debí vestir toda de negro para verme más seria. El señor Walton es el CEO. Investigué un poco la empresa, preparada para todo tipo de preguntas que pudieran presentarse. Además de que tomé un curso de psicología empresarial, me siento preparada.

— Señorita Randall, sígame por favor —me dice una rubia con un traje de tres piezas en color gris claro.

Asiento, la sigo. Mi camino al elevador es corto, pero logré ver la limpieza y el orden que maneja esta empresa, por algo sus acciones valen mucho. Este año volaron por los cielos, aumentaron más de 35%.

Al llegar al ultimo piso, el silencio es aún más notorio. Parece que no hay nadie, solo suena el sonido de nuestros tacones. Caminamos por un largo pasillo, hasta que vemos un escritorio muy grande en color negro. Una mujer joven, de pelo negro con un traje negro levanta la mirada.

— Buen día. La señorita Claire Randall —dice la joven a la secretaria. No dice más, se da la vuelta y se va.

— El señor Walton la espera, sígame por favor.

La mujer se levanta, veo que no suelen hablar mucho. Caminamos un poco más por el pasillo, para ser secretaria del jefe siento que su escritorio está muy lejos de la oficina. Después de unos segundos más noto la puerta de madera en color negro que está delante.

Aunque parece estar muy cerca, debido a los grandes nervios que aun tengo, no puedo evitar pensar que tardamos mucho en poder alcanzar la gran puerta de roble oscuro, justo delante de nosotras. 

La mujer da tres toques antes de abrirla. — Señor Walton, está aquí la señorita Claire Randall.

— Está bien —responde el hombre. Su voz me provoca un pequeño cosquilleo, como si lo conociera. Puede que su tono de voz sea parecido al de algún amigo cercano en USA. 

Si debe ser un amigo cercano, no puede ser que lo conozca. ¿De dónde conocería yo al poderoso magnate James Walton? Es algo muy improbable. Ni por de cerca. 

— Por favor, pase —me abre la puerta la secretaria— El señor Walton la espera.

Hasta este momento no había pensado en lo que estaría por pasar. Mi nueva oportunidad de vida depende de este momento, debo dar lo mejor de mí y más.

Al pasar y cruzar la gran puerta fue cuando una corriente extraña pero conocida cruzó por mi cuerpo, provocando una serie de diferentes sensaciones que pienso que se debe a los nervios. Al levantar la mirada, me arrepentí.

El hombre de traje azul marino frente a mí no es un hombre desconocido ¿Cómo olvidaré esos ojos que veo todos los días? Sin duda son los mismos ojos que tiene mi hijo. Sin duda alguna fue una tonta noche de borrachera, si ni siquiera pregunté su nombre.

Frente a mi está el padre de mi hijo, Klaus. Sin duda alguna luce igual que hace siete años, es sumamente atractivo y sexy. Verlo en traje le da un toque especial y más si no lleva el alcohol que llevaba dentro esa noche que nos conocimos. 

Una noche muy especial. 

Verlo de nuevo, me recordó todo lo bonito que me hizo sentir durante esa noche que nos conocimos, una emoción floreció dentro de mi estómago, un nudo se hizo mas fuerte. 

— Claire Randall —leyó mi nombre en la hoja frente a él, después alzo la vista para verme. 

Su sorpresa se dejó ver en el rostro, temía que no me reconociera, pero al parecer me está recordando.

— Señor Walton —saludo. 

La puerta detrás de mi es cerrada. 

— ¿Usted… nos conocemos, ¿verdad? 

No deja de mirarme con esa mirada azul que me hipnotizó desde el primer momento en que lo vi. 

— No… lo creo —dudo en mi respuesta. 

El parece pensar en algo, se toma unos segundos. Pasea hasta llegar frente a mí, se sienta en un sillón bastante lujoso. No parece muy seguro de que decir, después su cara se torna sin expresión alguna. 

— Supongo que la confundí con otra persona, mil disculpas —parece estar seguro de su respuesta, pero veo aún así algo de duda— un rostro como el de usted es difícil de olvidar, Claire. No me gustan las mentiras. 

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