Al mediodía Anna invitó a almorzar a su ingrata amiga que ni siquiera pasó por el apartamento a cambiarse de ropa y no tiene idea de dónde sacó la que llevaba puesta.
— ¿De quién es esa ropa Ali? – preguntó Anna observándola por encima del vaso de limonada que estaba saboreando, esta se encogió de hombros.
— ¡Ni idea amiga! Debe ser de algún de sus ligues usuales, pero me queda como un guante – Ana no aguantó y se rió a carcajadas — ¿Qué? No podía llegar aquí con el mini vaquero y el top, además llegué sobre la hora – Anna negó sonriendo casi ahogada con la limonada.
— Te dormirías muy tarde, ni siquiera te vi ayer – le riñó.
— Juraba que te habías quedado con Rixio – la castaña abrió tanto los ojos que pensó se le saldrían de las órbitas.
— ¡Claro que no Alicia! Es un niño – le espetó escandalizada.
— ¿Hasta cuá