Londres, la capital de Inglaterra.
—¡Achís!
—¡Achís!
Nada más bajar del avión, Sabrina estornudó varias veces seguidas.
Calculó que a esa hora Francisco ya debería estar despierto.
Seguro que en ese momento estaba deseando matarla.
Rahman había estado esperando fuera del aeropuerto. En cuanto vio a Sabrina, le entregó los papeles como si fueran un tesoro.
—Sabrina, ¡te traigo un regalo!
—¿Qué?
Ella los tomó y vio que era su documento de divorcio con Francisco.
Rahman se atribuyó el mérito:
—Ya he enviado otro a Francisco. Ahora por fin podrás librarte de él. ¿Estás feliz?
Sabrina miró la palabra ´Francisco´ en el documento de divorcio, un poco aturdida.
No importaba cómo había empezado esa relación, ahora había terminado.
Rahman, al ver que Sabrina guardó silencio con cara seria, bromeó:
—Por esa expresión tuya, parece que te cuesta soltarlo.
Sabrina ocultó sus sentimientos, guardó los documentos en su bolso y cambió de tema:
—¿Cómo fueron las cosas en Madrid?
—No te