Marco asintió y dijo agradecido: —Sabrina, gracias. Anoche dormí muy bien después del masaje que me diste ayer.
Manuel también dio las gracias a Sabrina, —Sí, señorita Suárez, muchas gracias.
—De nada.
Después de comer, Sabrina le dio otro masaje a Marco.
Por la tarde, Martín la llevó a su casa.
En el camino, Martín se dio cuenta de que Sabrina estaba mirando el móvil, —¿A quién esperas?
—A nadie. —Sabrina puso el móvil en el bolso y miró por la ventana.
Martín pensó un momento y dijo: —Sabrina, ¿puedo pedirte un favor?
—¿Qué?
—Esta noche voy a una subasta benéfica y necesito una compañera.
Sabrina se quedó sin habla.
En un semáforo en rojo, Martín paró el coche y miró a Sabrina, —¿Puedo pedirte que seas mi compañera?
—¿Una subasta benéfica? ¿Van todos los famosos de Madrid? —preguntó Sabrina.
—Lo organiza el ayuntamiento, una vez al año, y acuden las familias famosas de Madrid, que donan cosas para subastar.
Sabrina pensó que sería interesante y dijo que sí: —Bien.
«De