SOPHIE
Regrese de prisa a mi camarote, había quedado con la señora Minerva de verla en el spa, yo no sabía que iba a hacer allí, pero ella insistió en que le acompañará.
Desde que comencé hacerle compañía, no me le he despegado ni un solo día; sin embargo, eso no me hace olvidar mi propósito, porque sigo aquí.
Aunque ahora tengo un sueldo diferente al anterior, apenas llevo un pago y con eso no conseguiré mantenerme por mucho tiempo. De todas maneras el barco no se ha vuelto a detener en ningún puerto, ni siquiera sé en qué parte estamos.
Debo averiguar eso pronto, saber cuándo será la siguiente parada y en que ciudad, solo espero que sea muy lejos de Lavrion.
En cuanto entre a mi camarote, me detuve. Mis ojos se movieron inquietos por todas partes.
—¿Qué pasó aquí? —murmure, mientras miraba el desorden.
Me acerqué y me agaché para agarrar unos cuántos pétalos de rosas que estaban regados por el suelo.
—¿Por qué hicieron esto con ellas? —cuestione confundida.
Pero lo más extraño es, p