Fernando torció la boca, incapaz de aceptar ese apodo.
—Pero al mirar bien, ese perrito secuaz ni siquiera se acerca a tu nivel de atractivo. Siempre tiene una cara seria, así, ¿entiendes?
Paloma incluso imitó la expresión de Fernando. Cuando Fernando la ayudó a dirigirse hacia el coche, Paloma le dio unas palmaditas en el asiento junto a ella y bromeó: —Chico guapo, te ves bien, ¿quieres que hermana mayor te cuido?
Fernando estaba a punto de rechazarla cuando Paloma añadió: —Mi especialidad es cuidar a los perros. El último que cuidé lo engordé tanto que...
Fernando simplemente guardó silencio.
Clara no esperaba encontrarse con Diego aquí, pero pronto reprimió su inquietud y preguntó con calma: —Paloma, ¿ella...?
Diego apagó su cigarrillo y respondió pausadamente: —Fernando la llevará de vuelta a casa.
Clara confiaba en la integridad de Fernando, pero la verdadera preocupación era su relación con Diego.
Diego con las manos en los bolsillos, los copos de nieve danzando suavemente a su