Úrsula ya tenía preparada una excusa: —Vengo en nombre del señor Guzmán a entregar algo. Por favor, abra la puerta.
Ama Marta echó un vistazo a la pantalla y vio el rostro de una mujer de mediana edad vestida con un elegante uniforme de sirvienta, sosteniendo una caja de comida.
Probablemente Joaquín se había dado cuenta de que Pera no había estado comiendo bien estos días y había decidido traerle algo sabroso.
Ama Marta no sospechó nada y abrió la puerta. Úrsula era parte de la familia Enríquez y ella no la conocía.
—Déjamelo a mí.
—No, el señor Guzmán ordenó expresamente entregarlo en las manos de la señorita. ¿Podrías asumir la responsabilidad si algo sale mal?
Úrsula había estado junto a Isolda durante muchos años, por lo que sabía cómo manejar a los sirvientes. Si se mostraba un poco más severa, naturalmente podría intimidar a los demás.
Ama Marta no sabía qué contenía la caja, pero al ver la apariencia cautelosa de Úrsula, no se atrevió a descuidarse.
—Mi señorita está descansand