La tensión en el ambiente era palpable, lo cual dejó a Clara incómoda. Sus ojos se volvieron fríos. —Ya es suficiente, salgan de aquí y no me interrumpan durante mi consulta.
Ezequiel señaló su propio rostro. —¿Yo?
—¿Y quién más? No importa quién sea él o qué importancia tenga, aquí es mi paciente. Cualquier rencilla que tengan, pueden resolverla después de que termine el tratamiento. ¡Salgan!
Clara señaló hacia la puerta y Ezequiel la miró con enojo antes de dar media vuelta y salir, dejando a Lucas y los demás atónitos.
—Eh... Doctora Suárez, ¿no es que eres médica, sino una domadora de animales? Ese perro loco obedece tus órdenes a la perfección. Increíble.
Clara miró fríamente a Lucas y no tuvo piedad al hablar. —¡Tú también lárgate!
—De acuerdo... —dijo Lucas en tono desanimado, bajando la cabeza.
Fernando tomó el brazo de Lucas y aseguró a Diego. —No te preocupes, cuidaremos la puerta. Pero parece que Ezequiel esperará aquí. No deberían tardar mucho ustedes dos para evitar sospec