En ese momento, Clara parecía una astuta comerciante, dejando atrás su ignorancia y supuesta bondad, calculando beneficios y pérdidas.
Diego suspiró. —Clari...
Varios niños habían crecido a su lado, nunca había disputado la custodia con ella, solo Claudio cargaba con la responsabilidad de toda la familia López.
—Puedo darte cualquier cosa, excepto a Claudio. Sé que lo quieres mucho, pero la familia López no puede extinguirse conmigo, necesito un heredero.
—Si no me lo das, no lo salvaré. Tú decides.
De repente, Diego se inclinó y la besó apasionadamente, castigándola de esa manera.
Su Clari había crecido lo suficiente como para enfrentarse a él y negociar.
Pero él no quería dificultades con Clara. Después del beso apasionado, la soltó. —De acuerdo, Clari, si no quieres, no te presionaré. Vamos a olvidar este asunto hoy.
Se alejó a un lugar seguro. —Tienes razón, no puedo hacer nada ahora y no puedo cambiar nada. Estoy contento de tener un lugar a tu lado, no quiero perder incluso ese p