Jairo insistió en acompañarla hasta la acera, mientras la nieve caía alrededor de los dos. De repente, Clara detuvo sus pasos.
—Mañana enviaré la pomada a través de un mensajero, Julio...
Ella levantó la cabeza de repente, su expresión llena de conflicto.
—Después de esto, no deberíamos volver a vernos, ¿verdad?
—¿Por qué? —Jairo la miró fijamente.
Clara lucía angustiada, murmurando entre sus labios. —Tengo miedo...
Él se acercó un paso más. —¿Miedo a qué?
—Yo... —sus mejillas se sonrojaron, era evidente lo que no dijo en voz alta.
Justo cuando el auto se detuvo, ella reunió el coraje y dijo: —Tengo miedo de enamorarme de ti, así que esto es suficiente. Me voy.
Subió rápidamente al auto, cerró la puerta y el conductor aceleró rápidamente.
Jairo se quedó solo en la nieve, observando cómo se alejaba, con la cabeza aún vacía.
¿Qué dijo ella? ¿Enamorarse de él?
¿Qué tenía ella para gustarle a esa basura que arruinó a su familia?
Pero su corazón latía fuertemente en su pecho.
No fue hasta q