—Vámonos de aquí. — Le pido a Emanuel cuando llego a su lado.
Su mirada lo dice todo. No entiende absolutamente nada —¿Por qué te has puesto así? ¿Qué sucede? — Pregunta preocupado.
—Sucede que los hombres son todos unos idiotas.— Digo con rabia mientras empiezo a caminar hacia la salida, y por alguna razón él ríe de mis palabras.
—¿Yo también?— Pregunta cuando al llegar a mi lado me mira con cara de inocente y en medio de mi rabia me hace reír.
—Vale, tú no... Tú eres diferente, pero los demás creen que por ser empresario y de cara bonita pueden ir por la vida buscando con quién revolcarse a pe