El tiempo sigue, la vida sigue, y yo debo seguir.
Acudo una vez por semana a un especialista, tal y como Adam me recomendó, no olvido sus últimas palabras antes de nuestra despedida, yo soy fuerte y valiente para él, y quiero demostrarlo... aunque no me esté viendo.
Después de pasar semanas encerrada en mi casa, decidí que no quería vivir encerrada, y lo primero que hice fue apuntarme a clases de boxeo.
Tengo que olvidar, pero una parte de mí se aferraba tanto al imbécil de Oliver como al ángel de Adam. Y boxear me hace sentir bien, es como una descarga de emociones.
Tengo claro que no quiero ser enfermera, e incluso sé a lo que quiero dedicarme el resto de mis días. Por lo tanto debo ponerme en forma, tal y como decía Adam.
Durante el día, a plena luz del sol mi vida casi transcurre como la de otra persona normal, pero a oscuras, Alejandro se aparece para torturarme.
Alejandro no desaparece con tanta facilidad, incluso dejé de pensar