28
~ El punto de vista de Isabella
Al salir de la clínica, la noche me recibió con un silencio inquietante. Los sonidos habituales del palacio habían desaparecido, dejando solo el susurro del viento y el lejano susurro de las hojas. La oscuridad se sentía pesada, casi tangible, oprimiéndome por todos lados. Era el tipo de silencio que hacía sonar las alarmas, haciéndote sentir como si te estuvieran observando.
Respiré hondo, intentando deshacerme de la inquietante sensación de que algo no iba bien. La luz de la clínica se desvanecía tras mí, y me quedé solo con mis pensamientos y la opresiva oscuridad. Aceleré el paso, esperando que el ejercicio enérgico me despejara la mente y alejara el miedo insidioso que parecía seguirme como una sombra.
El corredor del palacio apareció ante mí, sus muros de piedra se alzaban como centinelas en la noche. Nunca lo había visto tan amenazador. El pasaje, antes familiar, ahora parecía extenderse infinitamente, sus sombras jugando una mala pasada a mis