No te incumbe

Seguí hablando con mi abuela durante un rato más hasta que la señora Clarisa se une a nosotras y aprovechamos para charlar como solíamos hacer cuando vivíamos en aquella pequeña casita. Vivir de nuevo esos momentos fue gratificante para mí. Sin embargo, no podía dejar de pensar en que Mía tenía el mismo lunar que esa mujer y también la similitud de ella con Jason. Mi intuición me decía que era extraño y que debía averiguar.

—Zoe, ¿escuchaste lo que dije? Tierra llamando a Zoe.

La señora Clarisa mueve su mano frente a mis ojos para hacer que reacciones y me avergüenzo de haberme perdido en mis pensamientos.

—¿Qué? Lo siento, estaba distraída con algo que pasó por mi mente.

—¿En qué piensas?

—Hija, ¿estás bien? Te ves un poco pálida, ¿Verdad, Clarisa?

—Así es. ¿Quieres algo? ¿Te sientes mal?

—No. Estoy bien, tranquilas. Estoy en mis días y por eso estoy tan pálida.

Miento. Me llevo mi mano a mi rostro para dramatizar y hacer que mi mentira sea creíble.

—Lo siento mucho, cariño.

—Descuid
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