Draven.
Esperaba con ansias la respuesta de Brisen, me había dejado en leído y las esperanzas de que me contestara eran nulas, no la había visto salir de su casa, las luces apagadas y solo había movimiento en su habitación.
Sentí unas manos en mis hombros, me giré y vi a Adze.
—Todo se solucionará hermano, dale su espacio, ten paciencia —negué.
—Adze necesito sangre y ella no me la dará —escuché su risilla.
—¿Estás seguro de que es por la sangre?
Lo miré ceñudo y bufé. Odiaba cuando mi hermano hacía suposiciones ilógicas.
—Piénsalo —dijo para después irse.
Lo miré y luego desvié la mirada hacia la ventana de Brisen.
No, Brisen no me podía gustar, no podía estar enamorado de