Arianna decidió mantener su distancia hasta saber lo que estaba ocurriendo, esperó a que don Giorgio estuviera lo suficientemente distanciado como para acercarse a Fiorella. En cuanto pensó que era conveniente, la abordó de inmediato.
— Fiorella… ¡Fiorella! — La llamó desde la esquina, la mujer alcanzó a escucharla y se dio la vuelta, Arianna levantó la mano para que la viera — ¡Aquí!
La mujer se devolvió con premura aprovechando que su marido ya había cruzado al otro lado y no la estaba mirando.
— ¿Arianna? ¿Niña, pero qué haces aquí? ¡Acabas de contraer matrimonio, por Dios santo!
— No podía con la depresión, ¡Sé que todo esto es mi culpa! Si no le hubiera dicho a Allegra que viniera, ella no…
— ¡No Arianna! No te culpes, lo que está por