El corazón le dio un vuelco a Fiorella, la impresión fue tan fuerte que hubo de sentarse en la esquina de la cama para evitar caer al suelo, la cabeza le dio vueltas y le faltó el aire, se sintió terrible, culpable, cómplice y una mala persona por haber tardado tanto en buscar a Allegra como debió desde el principio.
Se emocionó por saber que era abuela, las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas y la emoción se instaló en su pecho, pensar que había un pequeño retoño sangre de su sangre, por ahí en alguna parte le daba una nueva razón para vivir, y también para luchar en contra del esbirro de Giorgio romano y de sus estúpidas decisiones, pero tal como había pronosticado el investigador privado estaba a punto de cometer una soberana estupidez.
— ¿Dónde están? — Con el temblor característico de los nervios a flor de piel en su voz.
—No puedo revelarlo todavía, ella espera unos nuevos documentos, no había querido papeles de identidad hasta ahora, pero en este momento los necesita pa