Con voz suave, Bianca dijo: —Esperemos a que Dave termine su trabajo antes de registrar el coche.
Wyatt sonrió.
—Él me dijo que el coche es para ti. Yo solo estoy cumpliendo con mi trabajo. Si no lo hago, parecerá que lo decepcioné.
Bianca suspiró. Discutir no tenía sentido. A Dave no le faltaba dinero. Solo era un coche. Si él quería regalárselo, ¿por qué no aceptarlo?
Siempre había sido honesta y práctica.
Incluso si un día rompían, siempre podía devolverlo.
Con ese pensamiento, Bianca siguió al empleado para finalizar el registro del coche.
Cuando por fin salió del lugar, ya era por la tarde. Revisó su teléfono. Aún no había respuesta de Dave. Una leve preocupación la invadió.
—¿Todavía no termina su trabajo? —murmuró.
Wyatt sabía que hablaba de Dave.
—Hoy ha sido complicado. Tal vez se demore un poco más. Señorita Scott, ¿quiere conducir usted misma o la llevo?
Bianca miró las llaves del Lamborghini en su mano. Recordó que obtuvo su licencia en la universidad, pero hacía años q