¿Cómo era posible que Bianca siempre terminara con hombres así? ¿Cómo lo hacía?
En ese momento, el subastador habló:
—Este caballero ofrece cien millones. ¿Alguien ofrece más?
Todos miraron a Natalie. Había prometido llevarse ese coche, así que no podía echarse atrás… no por esa cantidad.
Natalie apretó los dientes con fuerza. Sabía que no podía competir con alguien tan rico, pero tampoco estaba dispuesta a soportar la humillación.
—¡Ciento diez millones! —gritó, obligándose a parecer firme.
—Doscientos millones —dijo Wyatt, sin una sola gota de estrés.
¿Doscientos millones?
La sala se llenó de murmullos. La gente se miraba entre sí, impactada, y luego dirigía miradas de lástima hacia Natalie.
Le empezaron a sudar las sienes. Con la mandíbula tensa, gritó:
—¡Doscientos diez millones!
—Trescientos millones —dijo Wyatt con la misma calma de siempre.
¿Trescientos millones?
La multitud estalló en susurros de asombro.
—¿Quién es este tipo? Nunca lo había visto.
—¡Qué generoso!
—Él sube cie