La sonrisa de Dave se desvaneció levemente.
—No te preocupes por el costo. Para mí no es nada —aclaró, carraspeando suavemente—. Míralo de este modo: ahora eres una jefa. Tener un auto que esté a la altura de tu puesto tiene sentido. Sé que no te gusta lo ostentoso, pero en los negocios… la imagen importa.
Su voz fue apagándose.
Bianca sabía que tenía razón. En su mundo, las apariencias también contaban.
No quería que Dave gastara tanto hasta que ella se acostumbrara del todo a esa nueva vida, pero entendía su intención.
Para él, comprar un auto probablemente no significaba gran cosa.
La razón por la que ella no había comprado uno no era por falta de dinero. Desde que obtuvo su licencia en la universidad, simplemente se sentía fuera de práctica.
Y con tanto trabajo acumulado, nunca tenía tiempo para buscar un coche o sentarse al volante.
Aun así, a Bianca le gustaba ahorrar. Por mucho dinero que Dave tuviera, ella no creía en derrochar.
Si alguna vez compraba un auto, sería algo