—Señorita Scott, señorita Johnson, envuélvanse en estos chales. Tengan cuidado con el frío. Las llevaré a casa —dijo Wyatt, entregándoles chales secos.

Sophia se apartó del abrazo y tomó el chal.

Bianca, en cambio, se quedó inmóvil al ver a Wyatt.

Era el mismo hombre que una vez se había hecho pasar por el CEO del Grupo Phoenix Alliance.

—Eres tú… —murmuró, atónita.

Wyatt sonrió con complicidad.

—Cuánto tiempo sin vernos —dijo, notando que ella lo había reconocido.

Bianca, al darse cuenta de que aún no le había agradecido, reaccionó de inmediato:

—Si no fuera por ti, quizá no estaría aquí. Gracias. ¿Puedo saber tu nombre?

Wyatt esbozó una sonrisa educada.

—No hay de qué, señorita Scott. Por favor, llámame Wyatt.

—¿Y qué haces aquí? —preguntó Bianca.

—Estoy aquí por órdenes del señor Evans. Él me envió —respondió Wyatt.

El corazón de Bianca comenzó a latir con fuerza.

¿Cómo supo Dave dónde estaba?

A pesar del riesgo, Wyatt había arriesgado su vida por ella como subordinad