Bianca se sonrojó al leer el mensaje de Dave. Con tono juguetón, le respondió:
—¿Y cómo piensas recompensarme?
Su respuesta fue segura:
—Haré lo que quieras. Soy el mejor hombre que has conocido. Esta noche me aseguraré de que te sientas increíble en la cama.
Sus mejillas se encendieron aún más.
—¡Ya basta! —escribió rápido.
Pero a pesar de sus palabras, una calidez y felicidad llenaron su corazón.
Más tarde esa noche, Bianca se sorprendió al ver las luces encendidas al llegar a casa. Al entrar al pasillo, Dave la rodeó por detrás con sus brazos, tomándola desprevenida.
Todavía llevaba puesto su bata de baño y su cabello estaba húmedo, desprendiendo un aroma agradable.
Su abrazo hizo que el corazón de Bianca se acelerara.
—Hoy llegaste temprano —dijo ella, dándose la vuelta para abrazarlo con una gran sonrisa.
—Últimamente he estado quedándome tarde en el trabajo. Como hoy todo está tranquilo, pensé que te merecías algo especial —respondió Dave, mirándola fijamente sin parpadear.