Las mujeres se miraron entre ellas, pero no se movieron. En cambio, se acercaron más.
—¡No sea tan cruel! Señor, ¿cómo deberíamos llamarlo?
—Lo repetiré: ¡quiten sus manos! —advirtió Dave, con los ojos encendidos por la furia.
Al ver la expresión de Dave, Zane se puso de pie de inmediato y gritó:
—¡Fuera de aquí!
¡Mi jefe no está interesado en mujeres como ustedes!
Las mujeres notaron el rostro sombrío de Dave y sintieron un escalofrío. No querían quedarse ni un segundo más y salieron apresuradas del salón.
Al salir, se cruzaron con Natalie.
Natalie tomó discretamente a una de ellas del brazo y le preguntó en voz baja:
—¿Y bien? ¿Cómo fue?
La mujer, recordando lo que había visto, respondió:
—Solo estaban ellos dos. El otro hombre lo trataba con mucho respeto, le decía “jefe”. Parecía alguien muy importante.
Natalie frunció los labios y sacó varios billetes del monedero, entregándoselos.
—Que esto quede entre nosotras.
La mujer sonrió.
—No se preocupe, no diré nada.
Mientras la