La escena que presenciábamos había robado un poco nuestra atención, pero eso no había evitado que mis músculos se tensaran y mis piernas sufrieran la debilidad ocasionada por el temor y el miedo de tener que confesar una gran verdad. Los policías salieron llevando a rastras a James hasta subirlo al auto policial. La verdad, yo esperaba que mínimo lo dejaran toda su vida encerrado en la peor celda de todas y que pagara por todas las cosas que había hecho para robar mi felicidad y tranquilidad, entre ellas, ese gran miedo que se había apoderado de mi cuerpo por su maldita pregunta dirigida a Alex y cargada de una gran dosis de veneno.
De un momento a otro Alex se separó de mí y quedamos nuevamente a unas cuantas pulgadas de distancia, tragué saliva y bajé mi cabeza para esconder mi mirada. Podía sentir sus ojos recorrer mi expresión y examinar cada movimiento que hac&i