SALVADOS POR LA CAMPANA
AMBRA
Al salir de mi habitación me lo quedo viendo embelesada, «¡por qué él está como para comérselo todito y así entero!», dice mi yo perversa, la cual espanto de una regañina interna, está bien y acepto que lo amo, pero no voy a regalarme así como así, sobre todo sin primero aclarar las dudas que me atormentan por culpa de lo que publican y hablan de él a sus espaldas, para entregarme a él en cuerpo y alma, primero quiero estar segura que al menos he ganado un poco de terreno en su corazón.
Por eso me lo quedo observando un rato a ver si se da cuenta de mi presencia, más al principio cuando alzó su mirada y al contemplarme sentí incomodidad por su parte, y al quedarse mudo, me sentí tímida y un poco decepcionada, por qué se quedó en silencio, y para hacerlo salir de ese incómodo silencio y no mostrar la tremenda decepción que recibió mi corazón, le dije:
—Maurizzio, si no te mueves de ahí se nos hará tarde, además que con esa actitud me haces creer de que