Capítulo veintidós
La mejor forma de sanar heridas4 de abril de 2018
Soy consciente de que el dolor ha menguado, pero apenas tengo fuerzas para abrir los ojos. Efectos de la medicina de Carlo. Me siento perezosa, como si mi cuerpo pesara una tonelada; y extremadamente cómoda en mi letargo. Si me resisto a despertar, es porque me siento muy cerca de él.
Con mucho esfuerzo, logro abrir los ojos. Luciano me observa en la oscuridad de la habitación; sentado en el filo de una silla junto a mi cama. Entreabre los labios al verme despertar—. Hola —musita en un tono muy sedoso. Curiosamente, no deja de acariciarme.—Hola —mi voz suena demasiado áspera. La garganta duele. Quiero levantarme, pero me lo impide con sus brazos—. No hace falta que te incorpores.Le doy la razón. Estoy mareada y quiero vomitar.— La medicina de papá es un dolor de cabeza, literalmente —protesto llevándome una mano a la frente.— El doctor dejó unos calmantes para