Ley del Talyon

“Da un poco de amor a un niño y obtendrás mucho de vuelta”

John Ruskin

Karem, se despidió de Ernesto y regresó a su apartamento. La niña aún dormía. Sonó el timbre, pensó que podría ser Ernesto, que habría olvidado algo. Abre la puerta:

–¡Rosa!–exclama sorprendida. *Dónde estabas metida, por Dios?

–¿Cómo está mi hija, Ka?

–Pasa, está dormida.

–¿Qué fue lo que ocurrió?

–No lo sé, ella estaba bien, pero de pronto le empezó una fiebre muy fuerte y tuve que llevarla con un amigo a la clínica.

–¿Clínica? ¿Cómo pagaste eso?

–No, lo pagué yo. Fue un colega de trabajo.

–¡Quiero verla!

–Claro, por supuesto. Está en mi cuarto.

Rosa entra, coloca su cartera sobre la mesa y entra hasta la habitación. Se sienta en la cama y abraza a la niña aún dormida, quien al sentir el movimiento, se levanta.

–¡Mamita!–dice sonriendo y abrazando a Rosa.

–¡Aquí estoy, mi amor, aquí estoy!

–Debes

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