La puerta de la oficina de Roymer se abrió con violencia, éste se giró bruscamente y se encontró con el rostro airado de Thomas, y detrás de él, la secretaria con gestos despavorido.
-Lo. . .lo lamento señor Villareal. . .el caballero. . .
-No hay problema Lucía, lo atenderé. Puedes retírate.
-Sí señor, con permiso- la puerta se cerró y ambos se miraron fríamente a los ojos, cada uno intentando contener la ira que fluía a través de sus venas. Estaban frente a su rival, cada uno luchando por la mujer que ama, cada uno usando las cartas que tenían para jugar, cada uno queriendo ser el vencedor.
-¿Qué se te ofrece, Zuloaga?
-Vengo a que hablemos de hombre a hombre, aunque dudo que en tu caso sea posible- le escupió con desprecio aquellas palabras.
-Creo que el gran Thomas Zuloaga, no está de muy buen humor el día de hoy- lo miró con una sonrisa burlona dibujada en su hermoso