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Muy bien, tenía que pensar con claridad, los nervios la estaban matando.

Lo que si sabía era que tenía que huir, escapar, esconderse bajo las rocas más grandes que están en el fondo del mar, en un lugar bien alejado de dónde estaba horita.

Y ¿Porque? Porque Luciano Carpini la iba a encontrar y la iba a asesinar, como ella lo imaginaba lenta y dolorosamente, de solo imaginarlo la piel se le ponía de gallina.

Así que ahí estaba ella. Con una pequeña maleta metiendo lo primero que encontraba.

Es que después de ver cómo mataba con sus propias manos a él susodicho que se suponía tenía las pelotas más grandes del universo para atreverse a matar a Luciano, quedó con la sangre congelada.

Recordaba muy bien la escena,  lo vio entrar a la cocina he ir a la nevera por un bocadillo, el muy condenado tenía una puntería envidiable y unos reflejos impactantes.

Vio como colocaba el arma  que tenía en la mano detrás de su espalda para así poder comer con más tranquilidad, se había sentado en la barra de la cocina después de haberse servido su café expreso.

Cuando de pronto vio como tomaba un par de cuchillos y lo lanzaba a un lugar de la cocina que se escapaba de si rango de visión en la cámara de la computadora que tenía en la cocina.

Vio como el hombre escondido en las sombras salía saltando sobre él pero de nada le sirvió de un rápido movimiento se sacó el arma y le disparó dos veces. Una en el pecho y otra en la cabeza. Pobre no le dió tiempo de nada.

Un estremecimiento la trajo de vuelta a su realidad, la cruda y cruel realidad. ¿Dónde rayos podría esconderse? Un lugar donde pudiera seguir espiando lo claro, la vida. No podía ser tan injusta con ella como para negarle ese privilegio. ¿O si?, Te iba que dejar de pensar en eso. O se le iba a secar el cerebro.

No podia retroceder en el tiempo, ¿verdad? ¿Existía alguna clase de máquina para eso?, No, sino ya lo sabría desde hace mucho ¿Verdad?, Bueno, Tampoco es como si se arrepentía de haberle advertido.

Aunque eso significará el fian para ella, se sentía satisfecha de haberlo podido ayudar, porque si, no iba a presumir, si no hubiera Sido con ella estar... Acosando lo en la red, no se había dado cuenta de lo que iba a sucederle, y no le había salvado el pellejo.

Así que lo mínimo que podía hacer el era agradecerle.

Pero no, el se la tenía jurada ya.

¿Que le costaba ser agradecido?

Suspiro frustrada, porque estaba enamorada de ese sicario, y no pudo evitar sentir admiración por Luciano Carpini cuando vio como acababa con ese hombre estúpido, ¿Se creía mejor sicario que Luciano? Pff, pobre idiota.

Cuando lo vio acabar con el tan rápido como como si fuese la cosa más normal del mundo, se sintió... Exitada.

Porque, a ver, que el no era como los demás psicópatas que disfrutaban de ver agonizar a sus víctimas, no, el era muy frío, calculador y muy organizado en lo que hacía, así que cuando acabo con su patética existencia, se despidió de él, así como barrer una cucaracha al cesto de la basura.

Tenía que escapar, de eso estaba segura, porque con ella sabía que el podía cambiar su modus operandi.

Decir que estaba asustada era poco, a decir verdad estaba cagadisima, tanto que estaba pensando en la posibilidad de usar un pañal, pero no, lo descarto rápidamente al darse cuenta que los movimientos en su estómago eran producto de los nervios.

Metió unas cuantas camisas, pantalones, ropa interior, pasaportes, efectivo, un par de USB, la laptop, y una que otras cositas más,

¿Que más necesitaba? Un arma, si, tal vez eso, aunque no serviría de mucho porque Luciano es muy bueno en lo que hace y ni tiempo le iba a dar en quitarle el seguro al arma, porque bueno, el la iba a matar más rápido que en lo que ella hacia todo eso.

Se observó las manos temblorosas.

—mierda, soy un asco— se dijo así misma.

Paso rápidamente por la cocina y tomo unos paquetes de galletas y barras energéticas, no tenía comida decente, ella no sabía cocinar ni una pobre pasta, así que le resto importancia a eso, ya comería en la calle cualquier cosa.

Estaba dando vueltas por la sala de estar, antes de salir  cuando su teléfono zumba en sus manos.

Se congelo, el corazón le  palpitaba como loco queriendo salir por la boca.

—Okey, cálmate Alanna, no contestes, o talvez si, puede que sea un exnovio pidiendo reconciliación, o mi super amiga victoria. — se decía asi misma sin ver el teléfono que seguia zumbando en la mano.

La estaba llamando a través de W******p,

—Doble m****a, en fin, asumiré mi muerte dignamente.

Con los dedos temblando como gelatina los  desliza  por la pantalla para contestar.

¿Por qué respondía?

—Hola, Alana. — Era una voz gruesa y profunda, que le erizo los bellos de todo el cuerpo, se escuchaba tan casual, como si su novio la estuviese llamando, pero no sería posible porque no tenía novio y si lo tuviera el sabía que así no se llamaba

Chasqueo los dientes —En realidad, me llamo Alanna, con doble ene. Tiene más estilo.— suspiro al decirlo

—Alanna. —repite, casi seductoramente, como si estuviera saboreando su nombre, —. Hiciste un trabajo espectacular en mi tecnología, Alanna. Si todo no hubiera ocurrido como hasta ahora, no sabría que has estado ahí todo este tiempo.

—Emm... yo... Lo siento por tu máquina de expreso, se que te fascinaba. — ¿Pero que...? Tenía que callarse o se hundiria  más de lo que ya estaba. Se apretó el puente de la nariz.

—Viste lo que pasó.— era más una afirmación que una pregunta, su lengua estaba pegada al paladar, no sabía que responder, y eso que siempre pensaba en un plan B.— ¿Me miras constantemente, Alanna? — se escuchaba ¿Molesto? Si, eso parecía, pero también con un matiz de curiosidad.

—Emm... de vez en cuando—dice un tanto temblorosa, ella sabía que el hacía todo eso para distraerla, para después dar su estocada final y aplastarla cuál horrenda y asquerosa cucaracha— En realidad Me gusta verte haciendo tus rutinas. Y ver los programas de madrugadas que tú vez.

Luciano ríe bajo del otro lado de la línea, y es más que suficiente para que a Alanna se le coloque la piel de gallina. Es una risa ¿Cómo describirla? ¿Sádica y sarcástica? Si, así se escuchaba, no tenía porque hacerla sentir ese revoloteo de mil virus troyanos en el estómago.

—Alanna, Alanna. ¿Sabes que estás invadiendo mi privacidad? ¿Verdad?.

Ella chasqueo los dientes. —Mmm, si lo se, creeme que lo sé, ¿Pero que te puedo decir? Soy un hacker, mi trabajo es invadir la privacidad de la gente.—voy a colgar. —necesitaba terminar con esa llamada. Porque, bueno, si el sabía si número, también conoce su dirección. Así que esa conversación era una trampa, una forma de ganar tiempo—. Solo te digo una cosa, si no me haces nada, yo tampoco lo haré.

Era una amenaza, tenía que arriesgarse, después de todo ella tenía suficiente información de el como para mantener entretenida a las autoridades, no por nada se la había pasado infinidad de tiempo hurgando en su vida. Y podría ser un gran grano en el culo de Luciano si se lo proponía. Bueno eso, si el no la mataba antes, pero en fin, tenía que arriesgarse.

Escucha un suspiro por parte de Luciano muestras busca las llaves en el dónde del bolso ¿Porque diablos lo metió de primero en el bolso? Se supone que era lo último que tenía que meter.

—Que lastima  —dice Luciano más para sí  mismo, que para ella —. Porque podría haber usado tus buenas habilidades, Alanna.—un escalofrío recorrió el cuello de ella al escucharlo decir su nombre, realmente sonaba bien si el lo pronunciaba— Yo también te pude haber pagado muy bien por ellas. Pero esa invasión es algo que no puedo dejar pasar.

Encontró las llaves, después de que saco unos paquetes de galletas y unas cuantas barras, ya después vería como comía.

Abre la puerta y observa que todo afuera está tranquilo y silencioso, era un alivio, aunque bueno, tampoco es que vivía en un edificio de mala muerte, realmente era uno de los edificios más costosos del estado, y su trabajo le daba para pagar ese lujo de vivir en un departamento como ese.

—Hasta luego, Luciano.

—Un momento...

—Otra cosa, me alegra mucho que no estés muerto, solo te digo que tengas mucho cuidado con Gustavo. — Y colgó.

Vio el número del cual llamo y se impresionó al ver que era su número de teléfono personal.  ¿Porque? El no solia usar ese teléfono con los extraños. ¿Acaso quería que lo tuviera y le devolviera la llamada?  Igual ya se lo sabía de memoria.

En fin No importa.

Cerró la puerta.

Se escondería por un tiempo, el que sea necesario para que Luciano Carpini, se olvide de ella, después de todo el podía llegar a  entender que lo estaba queriendo ayudar ¿Verdad?.

꒰⁠⑅⁠ᵕ⁠༚⁠ᵕ⁠꒱⁠˖⁠♡

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