Estrella también se dio cuenta de que Fátima probablemente no llevaba una buena vida con su actual marido.
Al principio, ella no quería involucrarse. Sin embargo, de repente resonaron las palabras que su abuela le había dicho antes de fallecer.
Ella le dijo que no guardara rencor hacia nadie. De lo contrario, el peso y la amargura del rencor le harían vivir una vida demasiado cansada.
Estrella apretó un poco los labios y suspiró, preguntando:
—¿Por qué tiene tantas heridas?
Al escuchar esto, Fátima se sorprendió mucho. No esperaba que, a pesar de haberlas cubierto con tanto esmero, Estrella todavía pudiera verlas.
Reaccionó de inmediato y se apresuró a cubrir las heridas evitando la mirada de Estrella, mientras negaba:
—No, no, nada.
Estrella no quería escuchar más excusas. Si le preguntara directamente, ella no lo admitiría porque le importaría mucho su dignidad. Por eso, ella agarró a Fátima y le levantó las mangas directamente. Se dio cuenta de que no solo había heridas que ya había