PUNTO DE VISTA DESCONOCIDO Hice girar el cigarrillo entre mis manos y me lo llevé a la boca.Frente a mí estaba sentado Joey, un hombre que en otro tiempo había sido mi hombre de confianza. Ahora, su sola presencia me hacía sentir como si me atravesaran con una espada. Sus ojos recorrían la habitación, incapaces de encontrarse con los míos, y yo lo supe. «Joey», dije en voz baja, casi inaudible, pero tan aguda como siempre, rompiendo el silencio. «Creo que tienes algo que decir, ¿verdad?».Se movió en su asiento.«Jefe, yo...». Su voz se apagó y, por un momento, pensé que se atragantaría con sus propias palabras.Me recosté en mi silla, sin apartar la mirada de él. Todavía podía ver el sudor perlándose en su frente. Estaba asustado. Se le notaba en todo el cuerpo. Y tenía motivos para estarlo, porque nadie me desobedece y sale impune.—Suéltalo —dije, con un tono más agudo ahora, una advertencia que no podía ignorar.Tragó saliva con dificultad, y su nuez se movió en su garganta.
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