Capítulo 2Darian se me quedó viendo. Su mirada era penetrante, indescifrable, y todo mi rostro se puso rojo carmesí por las ideas deshonrosas que acababan de cruzar mi cabeza, ideas de desafío mezclado con una atracción instintiva que no quería reconocer. Esperé, conteniendo la respiración, que no notara el leve rubor que delataba mi confusión. Me levanté de la cama, mi vestido de novia crujiendo, y comencé a mirar a mi alrededor, intentando recuperar algo de compostura.El cuarto era lujoso, tanto que no tenía que envidiarle nada a ningún hotel cinco estrellas. La cama era inmensa, las sábanas de seda, los muebles tallados con un detalle exquisito. Sin embargo, la opulencia no podía disfrazar la verdad: las ventanas tenían rejas de hierro forjado y el muro lateral bloqueaba por completo cualquier vista del bosque o de la libertad. Era una jaula de oro macizo.—Escucha claramente lo que te voy a decir —comenzó Darian, su voz baja, pero con un tono fuerte y cavernoso, resonando en la
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